Pueblo de Oshino entre impresionantes vistas y relajación

Ubicado entre el hermoso lago Kawaguchiko y el lago Yamanako, Oshino Hakkai es un destino donde la gente puede pasar unas horas admirando las vistas y disfrutando de un entorno tranquilo.

Oshino Hakkai, prefectura de Yamanashi, es un conjunto de ocho estanques en la aldea de Oshino, una pequeña aldea en la región de los cinco lagos de Fuji. Los ocho estanques se alimentan del deshielo del Monte Fuji que se filtra por la montaña a través de capas porosas de lava durante más de 80 años, dando como resultado un agua de manantial muy clara que es venerada por los lugareños.

Junto a un estanque, los visitantes pueden beber agua fresca directamente del manantial. Los estanques son bastante profundos y tienen interesantes plantas de agua dulce y peces grandes. Aunque los estanques se han convertido en atracciones turísticas y pueden llenarse bastante de visitantes, tienen un ambiente agradable siempre y cuando no esperes una naturaleza prístina.

Alrededor de los estanques son de visita obligada los restaurantes, tiendas de souvenirs y puestos de comida que venden verduras, dulces, encurtidos, artesanías y otros productos locales. Algunos operan pequeñas parrillas al aire libre para atraer a los compradores con los tentadores olores de batatas asadas y galletas de arroz tostadas como el osenbei.

Un pequeño museo al aire libre, el Hannoki Bayashi Shiryokan, rodea el estanque más grande de Oshino Hakkai y contiene una casa de campo tradicional con techo de paja que se puede ver en su interior y que exhibe diversas herramientas agrícolas, artículos para el hogar, armaduras y armas samuráis.

Esta pequeña belleza natural ubicada en el tradicional pueblo de Oshino es el lugar ideal para los fotógrafos que buscan vistas excepcionales del Monte Fuji y para los viajeros que saben apreciar los pueblos tradicionales.
Por supuesto, Oshino Hakkai está abierto todo el año y prácticamente en cualquier momento, una visita aquí sería un verdadero placer. Durante la temporada de otoño, entre septiembre y noviembre, los arces adquieren un hermoso tono naranja y rojo y el viento hace bailar las hojas en el aire. En pleno invierno, entre diciembre y febrero, las capas de nieve crean un paisaje fantástico y pintoresco.